La chica rubia que trabaja en la oficina quiere cambiar, hace tiempo que necesita salir de la rutina de los viernes a medio día. Cuando con gran ilusión entra en el motel para ver de manera furtiva a su novio. Esta es la última vez, lo tiene claro, las parejas decentes no hacen el amor hasta después de las 8 de la tarde.
La prepotencia de un viejo y la confianza que su jefe ha depositado en ella, hacen que la chica rubia tenga en su bolso más del dinero que pensaba gastar a lo largo de su vida. Cegada pues por la absurda idea de ser feliz al lado de un desgraciado que vende tornillos, se embarca en el robo más fácil jamás contado.
Con el dinero en su poder y sin posibilidad de causar sospechas hasta pasados unos días, toma la carretera para encontrarse con su amado, al que sin ser consciente, ella no ama, ya que no es más que un instrumento para conseguir su objetivo, el matrimonio. El deseo de pertenecer a un grupo mayoritario, de poder participar en todas las conversaciones y la añoranza de ser decente.
Así, la chica rubia, inicia una aventura que acabará con su vida al encontrarse con un joven atractivo y vulnerable, que por una serie de fatídicos acontecimientos cree ser su propia madre.
El chico atractivo y vulnerable movido por el deseo de ser aceptado por su madre muerta, se esfuerza en cumplir la voluntad de esta y mata a aquellas personas que pongan en duda sus sólidos valores.
La película se acaba y tengo la sensación de que la necesidad de ser aceptados y respetados por las personas que quieren, obliga a los protagonista a hacer cosas políticamente incorrectas.
Los planes de la chica rubia, como los de muchas otras, se quedan en el fondo de un estanque y los deseos del chico atractivo y vulnerable, atados por camisas de fuerza.
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