El chico que siempre viste de negro se muestra arriesgado y drástico en todas sus decisiones, nunca da un paso atrás, aunque eso le suponga el rechazo de todas las personas de una habitación…, una habitación muy grande.
Hoy como cada día se ha vestido de negro, pero se siente algo rojo, un rubor se le ha instalado en las mejillas. Se ha puesto su mejor chaqueta negra, los cordones de las zapatillas más apretados de lo normal y se ha quitado la barba.
Su sangre bombea, como cada instante de su vida del corazón a los órganos, pero se vuelve viscosa, más densa, siente como se duermen sus extremidades, Ella ha entrado en la sala.
Decepcionado por la cobarde reacción orgánica de su cuerpo, acompaña con la mirada el recorrido de Ella. Se ha sentado justo detrás. El chico que siempre viste de negro se desilusiona, ahora Ella no podrá ver su nuevo afeitado. Piensa rápido. Convencido de que un buen conflicto siempre es la base de algo sólido, no vacila y le lanza una frase ofensiva.
Ella, indignada ante la mezquina frase del chico que siempre viste de negro, ha decido ignorarlo. La psicología inversa esta vez no ha funcionado. Ya no hay conflicto.
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