La música se ha apagado pero tú...

La situación es extrema, tienes que llegar a tiempo a lo que puede ser el encuentro más importante de tu vida. Estas sudando, te sientes vulnerable, pero muy afortunado.
Desde la ventana del bus, miras los coches. Llevan personas, pero no puedes verlas. Por eso miras los coches y te imaginas quien va dentro. De pronto, un descapotable, rompe el misterio. Abandonas tu juego, para mirar el móvil, morderte las uñas y de nuevo, comprobar que el papel arrugado sigue en tu bolsillo.
Alguien se ha sentado a tu lado, no te atreves a mirarle a la cara. Por eso juzgas sus zapatos, su olor y el volumen que ocupa. Te ves obligado a mirar por la ventana. Imaginas lo que va a suceder.
La música de tu mp3 está demasiado alta, decides quitarte los cascos. Sin quererlo te enteras de cosas, que esperas olvidar pronto.
Los edificios ya han quedado atrás y te preguntas si cogiste la dirección equivocada. Como las preguntas retóricas son de dudosa respuesta, preguntas al conductor. Efectivamente, te has equivocado. Pulsas el stop, pero es demasiado tarde para parar tu confusión.
Convencido de que las cosas que no pasan, son la causa de las que te van a ocurrir. Tiras el papel. La música se ha apagado, pero tú sigues bailando…

Comentarios

J. A. ha dicho que…
Muy bueno Cris!! Mi ignorancia en todo lo referente a relatos me permite, una vez más, compartir lo que se me pasa por la cabeza al leer tu texto.
Me gusta como queda esa sucesión de puntos seguidos. Me recuerdan a un amigo mío al que le encantan los microrelatos de Íñigo Pírfano, la diferencia es el efecto que causan los puntos, tu relato me suena melancólico o incluso rutinario (que eso no es malo, eh? ahora está de moda), mientras que los de Pírfano tienen su humor característico:

"Se acercó el ciervo a la superficie del arroyo. Se vio reflejado en ella. “¿Cuál de los dos es el real?”, pensó. Y se volvió a sumergir."

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"... sentí que estabas en peligro y corrí a buscarte. Cuando llegué, la serpiente ya estaba muy cerca de ti. Afortunadamente le alcancé de lleno en la cabeza. Dime, Eva, cariño: ¿quieres que te haga un bolso con su piel?"