pájaros subterráneos


En sólo dos estaciones, en unos cuatro minutos, en poco más de dos manzanas… lo había encontrado. Se preguntó si realmente sería él… En el fondo hubiese preferido una búsqueda más intensa, con más drama… Pero no había dudas. Sus zapatos desatados de alegría se deslizaban por los escasos centímetros de intimidad.
Cada vez que se detenían, el miedo a que pulsara el botón o fuera engullido por la masa de gente, hacía menguar sus uñas. Pero su compañía durante otro tramo de acelerada transición por los subsuelos, reafirmaba sus sensaciones. La música le envolvía mejor que cualquier otra mañana, el borracho que dormitaba en su hombro le susurraba versos de un conocido poeta. Y las averías eran tan mágicas como la impresión de una fotografía.
Demasiado tarde se había dejado llevar… sabía que esas inventadas leyes del destino no le abandonarían en todo el día. Desafiando al azar bajó una parada antes de la suya, sólo así sabría si no era una de sus películas mañaneras.
Tomó las escaleras mecánicas y se giró buscándolo. Estaba ahí, todo iba demasiado bien… La fuerte ráfaga de aire a la salida del metro, ahuyentó los pájaros de su cabeza. Una chica lo esperaba con su mejor sonrisa, él con ganas contenidas la besó.

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