Sueños de un ombligo


Siempre creí que escondiéndome bajo el edredón podría evitar el ataque de espíritus, ladrones y monstruos del armario.
En la sucesión de hechos que fue mi vida hasta entonces, el aislamiento y el dar la espalda a los problemas me había resultado con mayor o menor eficacia. Ahora ya no tenía mantas, estaba tendida en la cama con un falso pijama. Ya nada me impediría ver las cosas que sucedían en la noche.
El mal estaba en mí. No podía escapar…, No puedo escapar. Aún no sé bien de que se trata. Mis ansias e inquietudes despegan estrellándose una y otra vez. Cada vez que comparo mi presente con mi pasado se esfuman las esperanzas de imaginar un futuro.
He tardado tiempo en dejar de analizarme como a uno de mis personajes. Ya no escribo guiones para la semana que viene. Ya no pienso cual será la reacción de mis compañeros de reparto, ni siquiera sé quien realmente quiero que esté en mi obra. Ahora respiro mejor, menos cuando el punzante dolor que me recorre ahoga mis pulmones. Entonces me hago cargo de mis limitaciones, de que soy insignificante ante las pretensiones que tenía, lo que de mí se esperó y de los sueños proyectados en mi ombligo.
Me siento sola. Sola porque en nadie encuentro esa fortaleza que necesito. Sola porque no puedo cargarle a nadie mis pesos. Ellos, que están siempre ahí, son demasiado débiles para este equipaje. Me gustaría echármelo al hombro, ser un ejemplo, ser buena gente, hacer de mi vida un mensaje reconfortante por si alguien en algún momento sintiera las ganas que ahora siento. Ganas de desgastarlo todo y volver al nacimiento de las cosas, donde son puras, donde no hay adornos, falsas capas de pintura, donde no hay teoría que sea difícil en la práctica, donde las cosas sean porque están, porque las vemos. Volver a una ignorancia llena de instinto, e incluso, puede que falta de inocencia. Pero clara, transparente, tanto que corte y al mismo tiempo esas heridas sean parte de uno mismo. Heridas que se enseñan sin pudor y humanizan.
Y así como una bacteria espera encontrar el mejor nicho para multiplicarse. Yo espero encontrar un lugar donde pasar ratos. Ratos que me hagan sentir. No quiero pasar mi ciclo esperando a que las etapas preestablecidas se vayan sucediendo. No por rebeldía ni libertad, es por un miedo espantoso. Miedo a no ser capaz de conseguir ni un solo trofeo,¿ y si no obtengo ni siquiera un diploma?

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