El pasado día 15, a las 12:55 de la mañana. La señora Dolores Aguirre, sin previa meditación, pronunció la siguiente frase. “Es bonito ver como la vida te sorprende, pero aterra la fragilidad del destino”. El señor Olegario Martín, junto a ella en ese momento, continuó deslizando sus manos por la abandonada cintura de Dolores.
180 grados más allá, el señor Aguirre luchaba cada segundo por mantener sus constantes vitales. Llevaba así 5 años. Inmóvil, inválido, sordo e insolidario. Cada 3 horas un mecanismo giraba su silla unos grados. Podía así contemplar otro fragmento de su valiosa colección de cuadros navales.
Una hora antes. Exactamente a las 11:55, la señora Aguirre acelerada, por sus 20 minutos de salida diaria, tomaba un tubo de leche condensada y lo volvía a dejar en un estante equivocado. A la salida del supermercado, el señor Olegario Martin entorpeció su paso bruscamente. Siendo las 12:05, el señor Olegario pronunció la siguiente frase. “Usted ha movido el último tubo de leche condensada, por tanto, no he podido encontrarlo, haciendo así, que mi salida diaria haya quedado falta de sentido. Si es usted consecuente con este equilibrado mundo en el que vivimos, deberá trastocar sus planes y que yo pueda verme equilibrado de nuevo”.
A las 13:15, un minuto antes de que el señor Aguirre experimentara un giro de 180 grados. Dolores y Olegario subieron sus cremalleras y abandonaron la habitación. Poniendo a salvo el equilibrio del señor Aguirre.
180 grados más allá, el señor Aguirre luchaba cada segundo por mantener sus constantes vitales. Llevaba así 5 años. Inmóvil, inválido, sordo e insolidario. Cada 3 horas un mecanismo giraba su silla unos grados. Podía así contemplar otro fragmento de su valiosa colección de cuadros navales.
Una hora antes. Exactamente a las 11:55, la señora Aguirre acelerada, por sus 20 minutos de salida diaria, tomaba un tubo de leche condensada y lo volvía a dejar en un estante equivocado. A la salida del supermercado, el señor Olegario Martin entorpeció su paso bruscamente. Siendo las 12:05, el señor Olegario pronunció la siguiente frase. “Usted ha movido el último tubo de leche condensada, por tanto, no he podido encontrarlo, haciendo así, que mi salida diaria haya quedado falta de sentido. Si es usted consecuente con este equilibrado mundo en el que vivimos, deberá trastocar sus planes y que yo pueda verme equilibrado de nuevo”.
A las 13:15, un minuto antes de que el señor Aguirre experimentara un giro de 180 grados. Dolores y Olegario subieron sus cremalleras y abandonaron la habitación. Poniendo a salvo el equilibrio del señor Aguirre.
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